Salsa de cacahuete

por Maru
Salsa de cacahuete

Salsa de cacahuete

Cuando el campo va mal, ya sea por falta de agua, por inclemencias del tiempo o porque la tierra necesita un cambio de ciclo, los agricultores suelen buscar nuevos cultivos que les supongan un alivio económico o que, al menos, regeneren el suelo.

El fuerte de mi padre eran la viña y el olivo y nunca hacía cuentas porque de hacerlas sabía que lo lógico sería abandonar.

Un año una enfermedad o una plaga, otro falta de agua, al siguiente tormentas con piedra o heladas a destiempo que arrasaban los incipientes brotes, el año que iba todo bien excedentes de cosecha y los precios por los suelos, sin hablar de cuando se estropeaba la maquinaria y había que reponerla o se disparaba el precio de la simiente o el gasoil.

Estas y otras trampas no conseguían derribarle, no porque fuera un tiarrón (de hecho era bastante flaco aunque tenía mucho nervio), sino porque había nacido agricultor y esta gente es de otra pasta.

Recuerdo que, su cabeza nunca paraba, y en un campo en concreto, tenía su laboratorio de pruebas donde solía tantear nuevos cultivos. Menos mal que la finca estaba situada en un término de regadío para tener un abanico de posibilidades más amplio ya que no siempre los resultados eran los esperados.

Un año sembró calabazas de «cabello de ángel». El objetivo eran las pepitas y se pasaron un par de meses de invierno todo el día metidos en el agua de la Huecha lavándolas por dentro, limpiando la pulpa y las semillas con unos cedazos y con temperaturas bajo cero. Tenían que meter las manos en el agua para que se les calentaran. Total, mucho trabajo y mucho esfuerzo en comparación con el rendimiento deseado. Y eso que toda la familia echaba una mano para separar las pepitas. La pulpa se desechaba o se regalaba a las vecinas para que hicieran mermelada.

Al año siguiente garbanzos. Era divertido recolectarlos. Había que dejar que se secaran las matas en el campo y entonces arrancarlas. Las vainas sonaban como las maracas con las semillas dentro. Cargamos el remolque hasta las trancas y luego a la era a limpiarlos. La verdad es que salieron bastantes y ese año tuvimos en la despensa de casa un saco entero en vez de la típica bolsa de kilo.

Lo mismo sucedió en otra ocasión solo que con guisantes que le animó a sembrar un amigo.

Otro intento fueron melones y sandías y fue genial porque nos encantaban y, aún vendiendo muchos, todavía nos quedaban para casa. Recuerdo un día en especial que al volver del campo estaban los vecinos en la calle tomando la fresca y sacamos unos cuantos para repartir y merendamos todos.

También probó unos años con la remolacha para azúcar. Se cosechaban como las cebollas. Las que tenían el tamaño adecuado se llevaban a la azucarera de Luceni y las sobrantes servían de alimento para los cerdos. En esa época teníamos azúcar gratis para todo el año.

El más curioso de todos los intentos fue cuando se le ocurrió sembrar cacahuetes. Se animó a intentarlo porque vio en la tele a Jimmy Carter, un expresidente americano que los cultivaba y recogía grandes cantidades. La verdad es que fue bastante decepcionante la intentona. No sé cual sería la razón de aquél chasco si el terreno o el exceso de calor. En cualquier caso, nos sirvió de aprendizaje. Descubrimos que el cacahuete es una legumbre, no un fruto seco como pensaríamos la mayoría, y además crece enterrado en la tierra, de forma similar a las patatas. Nos hubiera traído más cuenta comernos los que utilizó para sembrar porque no catamos ni uno.

La verdad es que el campo es una escuela de vida. Resulta muy interesante conocer de dónde vienen los alimentos que ponemos en nuestra mesa. Sembrar con tus manos, esforzarse para cuidar con mimo y recoger el fruto de ese trabajo es un aprendizaje valiosísimo.

En esta ocasión, por experiencia propia, compraremos los cacahuetes en el mercado.

Salsa de cacahuete

Los ingredientes que vamos a necesitar son:

  • 100 mililitros de aceite de girasol
  • 1 cebolla
  • 2 ajos
  • 150 gramos de cacahuetes troceados
  • Hierba limón (o zumo de limón o ralladura o jengibre rallado)
  • 1 cucharada de carne de pimiento choricero (si tienes pasta de curry mejor)
  • 1 cucharadita de cayena molida
  • 1 cucharadita de pimentón
  • 1 cucharadita de curry en polvo
  • 2 cucharaditas de cúrcuma en polvo
  • 200 mililitros de leche de coco (si no tienes puedes poner agua)
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 50 gramos de azúcar

Elaboración:

  • Limpiamos y troceamos la cebolla y los ajos. Troceamos los cacahuetes. Trituramos la cebolla con las ajos.
  • Ponemos el aceite en una sopera a calentar.
  • Añadimos el triturado y vamos removiendo para que se cocine bien sin quemarse.
  • Agregamos 1/2 cucharadita de hierba limón, el pimiento choricero, la cayena y mezclamos bien para que no se quemen las especias.
  • Incorporamos el pimentón, el curry, la cúrcuma, los cacahuetes machacados (si prefieres que la salsa no tenga tropezones, tritura los cacahuetes en vez de trocearlos), la leche de coco, la sal, el azúcar y mezclamos bien.
  • Dejamos que se cocine 20-30 minutos tapado a fuego medio-bajo y removiendo de vez en cuando para que no se queme.
  • Rectificamos la sal al gusto.
  • Si crees que se ha quedado muy espesa puedes añadir un poquito de agua.

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1 comentario

Satay de pavo - MaruCocinillas - Recetas fáciles con fotos paso a paso 29 de julio de 2023 - 11:00

[…] Para la Salsa de cacahuete: […]

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