Merluza con salsa dulce de piquillos

Merluza con salsa dulce de piquillos

Nunca me ha gustado madrugar, es algo que no llevo muy bien. Soy, por naturaleza, más noctámbula que otra cosa aunque tenga que levantarme temprano por obligación.

Siempre me hago un lío con el reloj social (que es el que seguimos para levantarnos, ir al trabajo, comer..), el reloj solar (que es el que proporciona más luz por el día y menos por la noche) y el reloj biológico (que es personal y le dice a nuestro cuerpo cuándo estar activo, cuándo tener hambre, cuándo debe liberar hormonas, cuándo estar cansado y cuándo dormir).

Lo dice la ciencia. Ya sabéis que hay gente para todo, que se preocupa por hacer estadísticas incluso de nuestros comportamientos para luego establecer teorías y patrones. (Si, si, todo está estudiado).

Según el social soy una persona diurna, según el solar soy nocturna y según el biológico debo de ser «mediodiuna» porque me encanta echarme una siestecita después de comer siempre que puedo.

Lo que pasa es que, por una cosa o por otra, siempre me faltan horas de sueño. Seguro que esto que os cuento os pasa a muchos y tendríamos que intentar cambiar. Dicen que las personas deberíamos pasar casi un tercio de nuestra vida dormidas. ¡Que locura!.

Si dormimos bien entre siete y nueve horas, que son las que el organismo humano necesita, la calidad de vida aumenta. Supongo que tienen razón y, sin embargo, no sé cómo lo hago que al final se me hacen las mil.

Pero hasta aquí hemos llegado. Esto ya no puede ser. Tengo el firme propósito de compensar los madrugones adelantando la hora de cierre. Por lo pronto lo estoy practicando y para motivarme voy buscando ventajas a levantarme temprano.

He comprobado que una de ellas es que tengo más tiempo para despertarme, quiero decir para enchufar el cerebro y ponerlo a trabajar, puedo hacerlo poco a poco, mientras desayuno tranquilamente (esta sería la segunda). Reconozco que levantarse quince minutos antes dan para mucho y sobre todo vienen muy bien cuando hay olvidos o imprevistos que particularmente a mí me alteran considerablemente.

Otra ventaja que también viene al hilo de lo que nos comenta César Álvaro en «Los 11 grandes hábitos Zen para una vida sencilla» es ir al mercado sin agobios, encuentras poca gente, pocas filas, todos estamos más finos y además te llevas el mejor producto.

Y eso es justo lo que me pasó la semana pasada en el mercado, compré una merluza estupenda y me la limpiaron con mucho mimo. No había prisas. Buen resultado.

Es increíble como se manejan los profesionales. Con qué respeto tratan el producto. La dejaron preciosa.

Al llegar a casa la congelé y ayer la saqué al frigorífico para que se descongelase con tiempo.

Por supuesto yo también he querido mostrar mis respetos a la señora Merluza y el cocinado ha sido el justo y necesario, sin maltrato, que eso sobra.

Le he puesto de compañía unas patatas y un poquito de Salsa dulce de pimientos del piquillo. No necesita más.

Merluza con salsa dulce de piquillos

Los ingredientes que vamos a necesitar son:

1 kilo de merluza limpia en lomos
3 patatas pequeñas por persona
Sal
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta negra de molinillo

Para la salsa:

1 lata de pimientos del piquillo (350 gramos)
1 lata de confitura de pimientos (200 gramos)
1 cebolla
2 ajos
150 mililitros de vino blanco
350 gramos de cebolla
Sal
Aceite de oliva virgen extra

Elaboración:

Lavamos la patatas a fondo y las ponemos a cocer en agua fría con sal. Deben hervir 20 minutos.
Cuando se templen, las pelamos y las reservamos.
Mientras picamos la cebolla, laminamos los ajos, quitamos las semillas de los pimientos y los cortamos en tiras.
En una sartén amplia, ponemos un poco de aceite y freímos los ajos.
Cuando empiecen a dorarse, incorporamos la cebolla y añadimos un poco de sal.
Cocinamos tapado a fuego medio-bajo hasta que esté blandita la cebolla.
Agregamos el vino. Llevamos a ebullición y lo mantenemos un par de minutos para que se evapore el alcohol.
Bajamos el fuego a medio y añadimos los pimientos. Los salteamos 5 minutos.
Pasamos la verdura a la trituradora. (Si quieres que la salsa quede más fina puedes pasarla después por el chino).
Devolvemos a la sartén.
Incorporamos la confitura de pimiento y removemos bien. Rectificamos el punto de sal si hiciera falta. Mantenemos caliente.
Cortamos la merluza a nuestro gusto y salpimentamos los trozos.
Ponemos otra sartén a fuego medio-alto. Cuando esté caliente la sartén, añadimos un poco de aceite y ponemos dentro la merluza con la piel hacia abajo. La dejamos unos 3-4 minutos (este tiempo depende del tamaño del pescado y de la potencia del fuego) sin mover para que se tueste la piel.
Le damos la vuelta y, de nuevo, lo dejamos otros 3-4 minutos.
Servimos la merluza con la piel hacia arriba sobre la salsa y la acompañamos con las patatas salpimentadas.