Arroz Rissolli
Esta mañana, tumbada con los ojos cerrados, tomando el sol en la terraza, he oído tocar las campanas de la iglesia de arriba, la de San Lorenzo, que es el patrón de mi pueblo.
Concentrados los sentidos en el sonido, he recordado el toque, salida de misa. Al principio desconcierto, ¡hoy no es fiesta en Magallón!. Un segundo más tarde ya he caído ¡es verdad! comentaron ayer que se casaba una mocica.
Hace años, no nos perdíamos ni una salida de boda. Subíamos a las gradas, llegábamos hasta la puerta, a esperar que salieran los novios acudíamos todos, «chicos y chacos» que decía mi abuelo Lucio. Despeinados, con la ropa de diario e incluso, a veces, hasta con la cara sucia. Ningún remilgo nos hacía llegar tarde. Todos puntuales con una bolsa en la mano para coger caramelos. Entre los invitados nos colábamos y por entre sus pies buscábamos los dulces. Era una de las pocas veces que veíamos tantas chuches juntas. ¡Que felicidad!
También tiraban arroz y yo no sabía porqué.
Resulta que es una tradición oriental. Culturas milenarias, como la china o la japonesa, han creído desde siempre que este diminuto grano encerraba poderes mágicos para atraer la riqueza. El arroz también era considerado la planta del dinero que protegía de la mala suerte. Pero además simbolizaba la fertilidad, la abundancia y los augurios de prosperidad. Por esa razón se tiran puñados de arroz a las parejas después de darse el «sí, quiero»: para desearles una relación feliz, duradera y con hijos. De hecho, hay un proverbio chino que dice: “que tengáis tanta prosperidad como para poder repartir arroz todos los días de vuestra vida, que os sobre para poder dar a los que no tienen”. En la dieta en Oriente el arroz es un alimento esencial por lo que no es de extrañar que fuera este el elegido.
Por aquí, no siempre fue así. En la antiquísima época romana el trigo representaba una época de bonanza y de abundancia. Por este motivo, en todas las bodas romanas, las novias llevaban una corona con pequeñas espigas de trigo repletas de granos que representaban la fertilidad. El novio, por su parte, era el encargado de romper pastelillos de trigo cocido sobre la cabeza de la desposada como símbolo de abundancia.
También en la época romana se utilizaban las peladillas, de ahí viene la tradición en las bodas de etnia gitana. Para los gitanos las peladillas representan la pureza, la unión, el amor…
En Grecia se lanzaba harina y dulces, en la India, granos de cebada y en Italia, por ejemplo, se tiraban caramelos mientras que, en Gran Bretaña, en tiempo de los Tudor, los invitados arrojaban sus zapatos a los novios. Increíble, ¿verdad?
Poco a poco, el arroz fue ganando adeptos cuando Europa se fue desarrollando y la escasez alimentaria dejó de ser el principal problema de la sociedad.
En cada cultura se encomiendan a algo para que los tiempos que vengan para la pareja sean siempre buenos. Como habéis podido observar, cambia el alimento, pero no cambian las buenas intenciones.
En la actualidad la tendencia va cambiando. Algunas iglesias multan por tirar arroz ya que se ensucia mucho el suelo y los granos se quedan incrustados en las ranuras del pavimento y, a veces, provocan caídas y resbalones.
Otra opción es el confeti pero también está mal visto porque ensucia muchísimo y, si se moja, se queda pegado al suelo.
Lanzar burbujas, pétalos de flores, flores diminutas, bolitas de colores, hojas, hierbas aromáticas, semillas de lavanda, globos, cintas de tela, aviones de papel, bombones, bombas de humo, recortes de papel reciclado, encender bengalas, agitar pañuelos o banderines son otras muchas opciones que en la actualidad se eligen como símbolo de buenos deseos.
También existen algunas tradiciones un poco raras para el día de la boda que a lo mejor te gustaría conocer. Puedes encontrarlas en: «11 tradiciones de boda en el mundo que te dejarán sin palabras«
Arroz Rissolli
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
- 400 gramos de arroz
- 250 gramos de guisantes de lata
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Salsa de tomate
- 1 cebolla
- 200 gramos de champiñones
- 1 pimiento rojo
- 4 tomates (800 gramos)
- 1 loncha gruesa de jamón cocido (350 gramos)
Elaboración:
- Lavamos el arroz hasta que salga el agua clara. Lo escurrimos y lo reservamos.
- Cortamos el pimiento en tiras de unos 5 o 6 centímetros, pelamos y troceamos el tomate en daditos, cortamos los champiñones en láminas, pelamos y picamos fino la cebolla y cortamos el jamón en dados.
- Ponemos en una sartén un poco de aceite y rehogamos la cebolla y el jamón a fuego medio-bajo.
- Cuando la cebolla esté transparente, añadimos el tomate, el pimiento, el champiñón, la salsa de tomate y sal.
- Removemos, tapamos y dejamos cocinar 15 minutos a fuego medio.
- Cuando falten 5 minutos, agregamos los guisantes y mezclamos de nuevo.
- Cocemos el arroz en abundante agua hirviendo con sal.
- Escurrimos el arroz y lo incorporamos al sofrito. Mezclamos y cocinamos unos minutos para que el arroz absorba los sabores.
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