Arroz de conejo
El otro día hablábamos de las palabras más bonitas de nuestra lengua y, pensando en ellas, no sé qué vericuetos ha recorrido mi cerebro que ha acabado en las antípodas.
Algunas palabras, más que feas, tristes, han acudido a mi mente. Violencia, miedo, miseria, adiós, guerra, hambre… Como palabras no están mal, es su significado y el sentimiento que provocan lo que las estropea.
En otros casos, es la intención con la que se dicen, la que las hace desagradables, como pasa con la palabra «pueblerino».
Su significado es imparcial, sencillamente se dice de una persona de pueblo pero, a veces, se ha usado con mala intención y se ha convertido en hiriente.
En el sentido estrictamente literal yo soy una pueblerina porque soy de pueblo y me siento muy orgullosa de ello.
He tenido mucha suerte de poder disfrutar de la vida en la calle a cualquier hora del día excepto a la de la siesta que se respetaba religiosamente, de la cercanía de los vecinos con los que compartíamos excedentes caseros, favores sin vuelta y charradas a la fresca, de conocer la historia de cada familia, sus apellidos y parentescos, de saber incluso el origen de algunos apodos, de contemplar las estrellas bajando desde la bodega a la plaza después de merendar con la cuadrilla, de jugar a polis y cacos por todo el pueblo, de saltar en la brisa que había en la puerta de la cooperativa cuando salíamos de la escuela, de escalar las torres de alpacas que dejaban en las eras tras la cosecha, de tener un huerto y recoger hortalizas frescas y de tener un corral con gallinas y conejos y recoger los huevos recién puestos todavía calentitos y comer este arroz tan rico casi todos los domingos.
Estos y muchísimos más lujos son los que hemos disfrutado cantidad de pueblerinos sin darnos cuenta en esos momentos de lo afortunados que éramos.
P.D.: Por supuesto, también tenía cosas menos buenas vivir en un pueblo, sin embargo, al hacer balance el resultado suele ser una sonrisa.
Arroz de conejo
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
- 1 conejo limpio (sin cabeza ni vísceras) troceado
- 350 gramos de arroz redondo
- 1 pimiento verde grande (unos 250 gramos)
- 1 cebolla (250 gramos)
- 300 gramos de tomate frito
- Sal
- Aceite de oliva virgen extra
Elaboración:
- Salamos el conejo.
- Ponemos una sartén amplia con un poco de aceite a fuego medio e incorporamos la carne para que se dore. Le damos vueltas de vez en cuando para que se dore por todos lados.
- Mientras, picamos la cebolla y el pimiento fino.
- En otra sartén más pequeña ponemos un poco de aceite y añadimos la cebolla y la freímos tapada a fuego medio.
- Cuando esté blandita, añadimos el pimiento y un poco de sal y seguimos cocinando tapado.
- Cuando se haya ablandado también el pimiento, agregamos el tomate frito y mezclamos bien.
- En una olla amplia ponemos a calentar dos dedos de agua (si prefieres, puedes sustituirla por caldo del que guardamos cuando cocemos una verdura).
- Vamos añadiendo al agua caliente el conejo cuando esté dorado y el sofrito cuando esté listo.
- Cocemos tapado a fuego medio hasta que el conejo esté tierno (lo comprobamos pinchandolo con un tenedor).
- Incorporamos el arroz y dejamos cocer tapado.
- Comprobamos el punto de sal y añadimos la que haga falta.
- Removemos de vez en cuando para comprobar que tiene suficiente caldo. Si vemos que necesita agua para que el arroz se cueza, añadimos un poco. No es un arroz caldoso pero tampoco queremos que se pegue al fondo.



















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